2.12.06

* EL OBJETIVO CENTRAL DE LA REVOLUCIÓN

La superación del capitalismo, la Revolución Socialista, implica un cambio cultural radical. Significa un cambio en la visión de la vida, la fundación de una nueva ética, de nuevos sistemas de referencias, en fin, se trata de la creación de un nuevo cosmos.
Los revolucionarios, sobre todo los dirigentes, deben guiar al Pueblo en este cambio de mundos. La tarea es difícil, se trata de valorar, de medir la realidad con nuevos ojos, eso significa un cambio profundo de todo, del alma. Veamos.
En el capitalismo, por ejemplo, un aumento en la venta de carros es un éxito económico.
Pero, en la Revolución es un indicativo de que no hemos logrado instaurar la nueva relación social, no hemos conseguido mudar la esquizofrenia del consumismo que lleva al desastre planetario, que persistimos en intentar la solución individual de los problemas relegando la soluciones sociales. En resumen, que no vamos por el camino de integrar a la sociedad.
Si creemos que el camino al Socialismo está en el aumento del consumo no esencial, en la satisfacción de necesidades de forma individual, en cubrir necesidades creadas artificialmente por el capitalismo, entonces, lo que construiremos es una ilusión de avance, y al final, tal como lo dijo el Che, nos percataremos que erramos el camino y dimos vuelta en círculo para llegar al mismo capitalismo creador de miseria que queríamos superar.
Si cometemos el error de competir con las estadísticas del pasado capitalista, que sólo miden la carrera demencial del consumo y la transformación material que favorece a ese consumo, estaremos reafirmando a un humano que sólo tendrá dos alternativas: ser aplastado en sus mejores potencialidades, convertido en una lamentable máquina mercantil, o condenado a ser despojo excluido de la civilización, un regresado a la época de las cavernas. Y al final lo que estaremos cavando es la profundidad de la sepultura del Socialismo, del nuevo mundo que pretendimos construir.
El planeta reclama un cambio de rumbo que sólo el Socialismo le puede dar, dejar la senda de la valorización del humano por las cosas que posea, y valorarlo por la espiritualidad que sea capaz de expandir. Es decir, el mundo reclama una sociedad donde la base de la relación humana no sea lo material, el poseer, sino lo espiritual, el ser, donde el hombre no exista por lo que atesore de material, sino por lo que cultive de espiritual.
En resumen, decimos que lo espiritual, la relación humana basada en el amor, la fraternidad, el desarrollo de las mejores condiciones espirituales del hombre, el arte, la ciencia, la cultura, sobre todo la conciencia de su pertenencia a la sociedad, son el objetivo central de la Revolución. Y lo material está justificado en la medida que contribuya a crear las condiciones para el desarrollo de la espiritualidad, nunca debe ser excusa para aplastarla.
¡Chávez es Socialismo y sólo el Socialismo salva a la humanidad!

27.11.06

LAS OBRAS DEL ESPÍRITU Y EL CAMBIO CULTURAL

LAS REVOLUCIONES SON UNA SUSTITUCIÓN cultural radical. Se trata de cambiar la cultura de la dominación, del egoísmo, la del capitalismo, por la cultura de la liberación, de la solidaridad, del amor, la del Socialismo. Es una sustitución de universos, un trastrocamiento profundo en el alma de la sociedad. Este cambio es imprescindible, sin él no es posible una Revolución, nada puede reemplazarlo. Pretender hacer una Revolución sin un cambio cultural, es arar en el mar.

La cultura no es imparcial, es un reflejo del desarrollo de la confrontación entre el empeño de construir un mundo donde el hombre sea el centro, y la cultura que justifica el sistema de miseria espiritual y material que padecemos. Un conflicto entre los valores, la ética de la sumisión, del conformismo, y los valores, la ética de la rebeldía, de la liberación.

Las Revoluciones deben tener como principal meta, como fundamentales logros, esos cambios culturales. Todas las acciones revolucionarias deben aspirar como último objetivo alcanzar y consolidar esos cambios.

El paso de Los Andes que realizaron los llaneros guiados por El Libertador, fue ante todo un logro de la nueva cultura de la independencia que nacía en un Pueblo sojuzgado por siglos. Aquel Pueblo hecho Ejército Libertador, que pasaba hambre, se vestía de harapos, y se cubría de gloria en las batallas, encarnaba el amanecer de la nueva cultura. El tiempo no puede borrar esa hazaña del espíritu social, es que las más sublimes obras de un Pueblo son las obras del espíritu.

Toda Revolución se nutre y avanza apoyada más en logros espirituales que en logros materiales. Allí está la Revolución Soviética, la vencedora del fascismo, olvidó esta máxima y dio primacía a los logros materiales, llegó hasta la luna, pero extravió el camino de la conciencia, del espíritu, y hoy la humanidad toda padece los errores de aquel Socialismo.

En la Revolución Bolivariana, la nuestra, hemos conseguido grandes evoluciones del espíritu. Las misiones son territorio de una nueva cultura: rescatar a millones de venezolanos de la ignorancia, es un triunfo sobre la cultura del oscurantismo capitalista y sobre la prehistoria. La Revolución Bolivariana debe continuar dando batallas que demuestren y eduquen en el cambio de cultura. La Revolución necesita conquistas del espíritu que sean fruto del esfuerzo de todos, que muestren el nuevo y noble corazón social tallado por la Revolución Bolivariana.

En abril y diciembre, el Pueblo unido alrededor de objetivos altruistas dio batallas que lo elevaron como colectivo social. La Revolución debe construir oportunidades para que ese espíritu, esa conciencia social, se exprese en otros ámbitos, por ejemplo, en la economía, en el trabajo socialista, en el trabajo voluntario, en las jornadas de estudio colectivo, en las actividades de vigilancia revolucionaria, en el combate a los estímulos al egoísmo, y en la premiación de acciones que enaltezcan la conciencia del deber social.

¡Patria es Socialismo!

¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo!