29.3.07

LA PASIÓN

La pasión es indispensable e insustituible en la Revolución. Cuando un Pueblo adquiere la pasión revolucionaria, es decir, cuando la Revolución se transforma en un asunto vital, entonces se pueden superar todas las carencias. Por el contrario, cuando un Pueblo pierde la pasión revolucionaria, cuando el fervor popular es ahogado por otros sentimientos, valores y pasiones, entonces, la Revolución se pierde, se extingue.

La pasión de la gente tiene que ver con la actividad de los dirigentes revolucionarios, o mejor, la actividad de los dirigentes revolucionarios, su responsabilidad, es estimular la pasión revolucionaria en la población. Y de allí depende el éxito de la Revolución.

¿Cómo saber por donde anda la pasión del Pueblo?

Una buena medida de la pasión popular es oír de qué habla la gente, qué lo preocupa, qué lo llena. Y sobre todo qué lo moviliza. Veamos.

Nosotros no vamos a decir lo que hemos oído en la conversación del Pueblo, siempre sería parcial. Nos limitaremos a plantear lo que creemos sería la pasión revolucionaria, de lo que debería hablar el Pueblo revolucionario, de las cosas por las que estuviera dispuesto a dar su esfuerzo diario y hasta su vida si fuese necesario. Por lo tanto, es deber del gobierno revolucionario de sus motores y de todos los revolucionarios estimular esa pasión.

Recomponer la sociedad como una sociedad del amor.

Sustentar esa sociedad del amor en una economía de propiedad social.

Luchar contra el capitalismo como el mayor obstáculo a las dos pasiones primeras.

Luchar por la construcción del Socialismo como única manera de conquistar las dos pasiones primeras.

El internacionalismo: entender que si no ayudamos a la humanidad donde quiera que esté, no podremos construir una sociedad amorosa, por el contrario seremos una sociedad comida por el egoísmo.

El antiimperialismo: la pasión de la lucha antiimperialista como la lucha internacional contra el capitalismo.

Defender la Patria como el territorio grande que Bolívar nos enseñó a amar, con su ejemplo de guerrero mundial, territorio que alcanza cualquier territorio donde el hombre aún sea lobo del hombre. Repetir con Bolívar, Martí y el Che: La Patria es América, Patria es Humanidad, Patria es Revolución, y repetir junto al Comandante Chávez: Patria Socialismo o Muerte.

Defender al Comandante Chávez como el símbolo de las mejores luchas de este Pueblo, y de las posibilidades reales de ir hacia el Socialismo.

Si el Pueblo es capaz de vibrar por estas pasiones la Revolución está garantizada, pero en la medida que estas pasiones son sustituidas por valores egoístas, capitalistas, la Revolución se nos escapará de las manos.

¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!

¡Luchemos contra los valores capitalistas egoístas!

¡Que la Revolución sea una pasión!

13 TEÓRICO

La decisión en cuanto a la forma de propiedad hegemónica de los medios de producción, no es un asunto meramente económico. La decisión es política, y determinará el rumbo de la Revolución. No es cosa de juego o de caprichos teóricos.

La Revolución Bolivariana corre grave peligro, está siendo víctima de una arremetida más peligrosa que abril o el sabotaje petrolero, y amerita como respuesta un 13 teórico. Esta agresión pasa desapercibida y recluta adeptos en nuestras filas, sus propugnadores se mueven frescos y libres en nuestro campo, blandiendo sus agresiones disfrazadas de socialismo. Expliquemos.

En los últimos días presenciamos una embestida de desinformación y manipulación de las tendencias neocapitalistas, que intentan truncar la posibilidad Socialista de la Revolución Bolivariana. Plantean un capitalismo que viene envuelto en una retórica falsosocialista, que llega a la desfachatez de desnaturalizar el Manifiesto Comunista y poner a Marx y a Engels como paladines de la propiedad privada de los medios de producción. Plantean estos teóricos de pacotilla, que: “El Estado debe reservarse la propiedad de los medios de producción estratégicos, incluyendo a la energía, agua, gas, tierras (…) Aquel sector empresarial que acepte el desafió de renovar su vocación productiva para ponerla al servicio de la satisfacción de las necesidades reales de la población, entonces podrá contar con los incentivos del Estado, exoneración fiscal, transferencia de tecnología” …

Esto nos lleva directo a un capitalismo salvaje, por este camino terminaremos en un TLC igual al de Colombia. Veamos.

Primero, ¿qué es eso de vocación productiva de los empresarios capitalistas? Sólo palabrerío sin sentido y, además, pensar que pondrán su capitalismo al servicio de otra cosa que no sean sus ganancias, pensar que las pondrán al servicio de las necesidades reales de la población, no tiene otro nombre que engaño.

Segundo, creer que en un sistema híbrido el capitalismo respetará la línea, y que será confinado al corral que estos “ideólogos” le designen, es desconocer la voracidad insaciable de la fiera capitalista.

Tercero, las formaciones capitalistas, y más si son incentivadas por el Estado, crearán conciencia capitalista. O peor, reforzarán la conciencia egoísta que nos acompaña desde el inicio de la nacionalidad, y harán imposible la instauración de la conciencia socialista, esencia de la Revolución.

La hora es de alerta máxima, cuando estamos cerca de enrumbarnos definitivamente hacia el Socialismo aparecen estos extravíos que, sin dudas, conducen al Pueblo a la incertidumbre de la incoherencia, y en definitiva a la derrota de la Revolución.

No podemos darnos licencia para fracasar, tenemos una responsabilidad con este Pueblo, el Continente y la Humanidad, de demostrar que un mundo diferente al capitalismo es posible, que la especie tiene esperanzas. Tenemos el compromiso histórico de construir la referencia socialista, de acompañar al continente en la creación de un polo social.

¡Hagamos el Socialismo ahora, no hay excusas!

¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!

26.3.07

EL ACTO DE LOS PROPULSORES DEL PSUV

El acto de los propulsores fue bonito. Histórico, sin dudas. Allí se inició una nueva etapa de la Revolución: la concreción de la indispensable organización única, y también se afirmó la unidad de los que aceptamos al Comandante como líder y al Socialismo como meta.

Del acto se desprende una difícil tarea que se despliega en diferentes planos, el organizativo es uno de ellos, y va resolviéndose bien. El entusiasmo existe, el Pueblo está allí esperando que los dirigentes que de él nacieron señalen la marcha hacia la formación de la organización y hacia la concreción del Socialismo.

Sin embargo, es preocupante la debilidad en un campo muy importante, la teoría: los discursos previos al Comandante demostraron desprecio por el rigor teórico, y una alarmante justificación de la improvisación y la superficialidad.

Si no comprendemos que la fase de transición al Socialismo, es una etapa que reclama utilizar bien todo el acervo del pensamiento revolucionario para producir la teoría de la transición, y que esta fase de transición es más difícil que la fase de la toma del poder, si no recordamos una vez más que una Revolución tendrá la fuerza y la calidad de las ideas que la sustentan, si no recordamos todo esto y actuamos en consecuencia, estamos destinados a ser pasto de derrota. Veamos un ejemplo:

Un orador en el acto que comentamos, trasladaba mecánicamente, dogmáticamente, un pensamiento del Manifiesto que reza: “la época de la burguesía, se caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado”.

Este orador deduce dogmáticamente, sin asidero en la realidad, que en Venezuela sólo hay una clase, la clase trabajadora, y proclama que en Venezuela todos somos trabajadores.

Se salta a la torera a los capitalistas, pero esto no es lo grave, mete en un mismo saco a los campesinos, a la pequeña burguesía, a los excluidos, a los obreros, y hasta a los buhoneros, aquellos que Carrera insiste en el disparate de calificar de lumpen.

En el teatro el discurso retumbó bonito, pero es un peligroso uso populista de la teoría.

El peligro reside en que al no diferenciar correctamente las clases, no podemos diferenciar las ideologías, y así nos privamos de la ideología de la clase obrera, que independientemente de su existencia y comportamiento, debe dirigir a toda Revolución Socialista.

No diferenciar las clases y sus ideologías, es caer en las garras de las falsificaciones pequeño burguesas, el tremendismo y localismo marginal, o el dogmatismo rancio.

El acto dejó enseñanzas, la necesidad de rigor teórico fue la más importante.

¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!