La Revolución
debe diferenciarse de la oligarquía, allí está la clave de su triunfo. Si se
parece, si es igual a un gobierno burgués, si se distingue sólo en la
superficie, entonces está condenada al fracaso. Puede dar muchas vueltas, pero
sin contrastarse radicalmente con los oligarcas, naufraga.
¿Dónde reside la
diferencia? Algunos la localizan en la cantidad, dicen: "la Revolución ha
hecho más de esto y más de aquello". La propuesta, a primera vista, parece
irrebatible, argumentan: "repartir la renta no puede ser malo",
"a nadie amarga un dulce", "mientras más repartamos mejores
somos". En el fondo estamos comprando aplausos pero necrosando a la
posibilidad revolucionaria. Veamos.
La Revolución es
un cambio radical en las relaciones humanas, en la visión del mundo, en la
cultura. Es conquistar, construir relaciones amorosas, fraternas, vivir como
hermanos, vivir con el mandato de "amaos los unos a los otros", o,
más directo: fundar el Reino de los Cielos aquí en la tierra, tomar el cielo
por asalto.
Sin ese cambio, la lucha no tendrá sentido, y
todo lo que hagamos será, tarde o temprano, capturado por el sistema burgués.
Para conseguir
esa modificación en las relaciones humanas es indispensable sustituir las
relaciones de propiedad de los medios de producción, la manera como la sociedad
se relaciona con su producción y con la distribución de esa producción. En
otras palabras, la sociedad debe tomar control de su producción, de la distribución,
de la economía.
Así la sociedad
puede superar el mercado, territorio de la competencia, expresión del egoísmo,
reino de las mercancías, esclavitud del humano, soporte del sistema oligarca,
de la explotación del hombre por el hombre.
Sólo eliminando la
propiedad de unos pocos sobre los medios de producción y la ética que de allí
se desprende podrá la sociedad eliminar el dominio del mercado, tomar realmente
las riendas de su vida, es decir, hacer una planificación central que sustituya
la producción de valores por la producción de usos para satisfacer las
necesidades reales.
Los cambios en la
economía, en la organización social, importan en cuanto apuntalen los cambios
en la cultura, en el espíritu, ese es el fundamento del Socialismo, esa es la
razón de todos los afanes. Colocar los cambios materiales en el centro es
colocar al hombre al margen de la vida. La Revolución será medida, evaluada,
por los avances, por la calidad de sus relaciones humanas.
El enfrentamiento
con la oligarquía debe tener como esencia el cambio cultural, plantear la
batalla como el enfrentamiento de dos culturas, de dos visiones del mundo. La
de ellos tiene en el centro a la mercancía, la nuestra al humano. La nuestra
propone una vida de hermandad, de solidaridad, en la que el desarrollo de todas
las potencialidades humanas sea posible, la de ellos al hombre lobo del hombre,
la guerra de todos contra todos, donde la capacidad de consumo sea la
certificación de vida. Sólo así tendremos razones sagradas por las cuales
luchar. Esa es nuestra fortaleza.
¡Con
Chávez!
1 comentario:
asi es las diferencias son frontales los colonialistas o imperialistas explotadores oligarcas vende patrias y otros debemos estar bien definidos por que somos socialistas ideologicamente y en la realidad somos adversos y trabajar con el poder popular, crear escuelas de adoctrinamiento, asambleas de apoyo a la revolucion.Finalmente debemos defender este proceso e inclusive con nuestra vida.PATRIA O MUERTE, HASTA LA VICTORIA SIEMPRE. VIVIREMOS Y VENCERMOS. SALUDOS REVOLUCIONARIOS
Publicar un comentario