22.2.13

LA REVOLUCIÓN IMPOSIBLE (Viernes 22-02-2013)


La Revolución es un acto social contra lo imposible. Nunca es un proceso fácil, aceptado, sin riesgo, es por eso que exige de los revolucionarios el vértigo de lanzarse a lo desconocido impulsados sólo por la convicción de lo imaginado. Martí sintió a la Revolución y sentenció: "es hacer posible lo imposible", "tomar el cielo por asalto".
La Revolución siempre es un imposible… hasta que se realiza. ¿Quién podía creer en la insurgencia de 1810 contra un gobierno designado por Dios? ¿Quién acompañaría a Gual y España? Sólo los poseídos por la cualidad humana de poder imaginar un mundo mejor para todos y de concretarlo, guiados por el más elevado altruismo: el amor, la fraternidad, la entrega por el bien social. Sólo los guiados por la ética revolucionaria, sin mezquindad, sin egoísmos, dedican la vida a construir lo imaginado aunque ello signifique ir a los extremos.
En el alma del individuo la Revolución significa un renacer, es dejar todo atrás y construir un mundo nuevo. En el momento de ese verdadero parto, en el instante que la vida requiere el paso revolucionario decisivo, es cuando se pone a prueba el carácter revolucionario del revolucionario.
¿Qué pensó Chávez la noche que antecedió al 4? ¿Qué sintió cuando cerró tras él la puerta de su casa para ir al encuentro con lo desconocido, a jugársela, a dejarlo todo atrás,  a ofrendar su vida por sus creencias? No lo sabemos, pero seguramente en su espíritu privó lo social, el bien común, la Patria, los altos sentimientos de amor.
Es así, en el alma de los revolucionarios se escenifica la pugna esencial del género humano, la batalla de la vida, el futuro, enfrentada a la muerte, a la permanencia en lo conocido. Esa es la fuerza motriz de la humanidad, la misma que acompañó a Bolívar, a Martí, a Fidel, y a todo el que un día dio el paso de romper con el pasado y hacerse hombre del futuro.
Los revolucionarios son militantes, seres del futuro, que viven en un presente que para ellos ya es pasado. Su sueño les exige un rompimiento infinito y un construir eterno, viven en un proceso sin fin. Cuando parece que alcanzaron una meta, que ya pueden desmontar de la cabalgadura y descansar, entonces surge un nuevo horizonte, la nueva incomprensión, trabajar de nuevo para convencer, montar de nuevo a Rocinante, cabalgar al infinito. El revolucionario no puede tener miedo a la incomprensión, ese es un componente ineludible de su tránsito.
  El Revolucionario es un predicador del futuro de hermandad. Debe convencer con su ejemplo, con su acción y su prédica, de la necesidad de las medidas revolucionarias, de aquellas que conducen al cambio profundo, al Socialismo. Su tarea es crear la situación revolucionaria para que esas medidas sean aceptadas, reclamadas por la sociedad. La historia revolucionaria es la historia por crear estas situaciones, allí se resume la esencia de la lucha, ese es el arte de ser revolucionario.
¡Con Chávez todo sin Chávez nada!

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